POLÍTICA
Diputados exigen la salida de Ariadna Montiel y denuncian corrupción en el programa Bienestar
Legisladores de Morena pidieron la salida de Ariadna Montiel, a quien llamaron “nefasta” y “corrupta”. Lo que antes se encubría, ahora se dice en voz alta. Desde dentro del propio partido, empiezan a romper el silencio sobre lo que todos sabían:
los cargos públicos usados como herramienta para desviar recursos.
Más de 80 diputados levantaron la voz contra Ariadna Montiel. La acusaron de ocultar información, usar los recursos del Bienestar con fines políticos y cerrar el diálogo con los delegados estatales. El programa social más importante del régimen dejó de ser un símbolo de unidad y se convirtió en el centro de una fractura interna.
Sheinbaum respalda a Montiel y desprecia a su propia bancada
Claudia Sheinbaum defendió a Ariadna Montiel diciendo que “es extraordinaria”, pese a que más de 80 diputados morenistas exigen su salida por corrupción.
La presidente minimizó las denuncias y dejó claro que en su gobierno pesa más la lealtad que la rendición de cuentas.
Montiel se queda, aunque Morena se fracture.
El respaldo automático expone la lógica de la 4T:
no importa si hay opacidad o abuso, mientras la pieza sea útil al poder.
La corrupción no se castiga… se protege.
Unidad rota, intereses a la vista
El episodio no solo exhibe a Ariadna Montiel. También revela que la unidad de Morena es frágil y que los programas sociales, lejos de ser derechos universales, son usados como botín y moneda de presión política.
Cuando ni los diputados oficialistas tienen acceso a la información, es porque el poder ya no responde ni a sus propios aliados. Y si esto ocurre al interior del partido gobernante, la pregunta ya no es quién manda, sino cuánto logran desviar antes de que los descubran.
Porque cuando el control de los padrones, los recursos y las decisiones está en manos de una sola funcionaria, sin contrapesos ni rendición de cuentas.
Una red opaca que reparte beneficios a discreción, castiga la disidencia y convierte el dinero público en herramienta de lealtad. En ese esquema, no hay justicia social, solo administración del sometimiento. Y quienes se atreven a cuestionarlo, lo hacen desde adentro, con miedo y a destiempo.
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