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Retornando a la Década Infame

Las semejanzas entre el tratado Roca-Runciman (1933) que caracterizó la “década infame” (1930-1943) y el actual tratado Milei-Trump son más que evidentes, son una obvia y lamentable repetición de la historia. En ambos casos el gobierno argentino no solamente acepta la relación de subordinación al imperio dominante, sino que lo hace intentando mostrar esa sumisión como un éxito.

Dijo en su momento Julio Argentino Pascual Roca (vicepresidente de Agustín P. Justo y firmante del infame tratado arriba mencionado) que “…Argentina, por su interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio Británico”.

El Príncipe de Gales a su vez respondió que “… es exacto decir que el porvenir de la Nación Argentina depende de la carne. Ahora bien, el porvenir de la carne argentina depende quizá enteramente de los mercados del Reino Unido” [1].
En una Argentina que atravesaba un profundo drama social el tratado dispuso que el 85% del mercado de exportación de carnes debía quedar en manos de frigoríficos anglo-yankees y solamente el 15% en manos de frigoríficos argentinos sin fines de lucro.

Hoy, con EE.UU. en el rol de imperio dominante, el “círculo rojo” (apodo actual de la oligarquía) vuelve a transitar el camino de vender soberanía para afirmar la dependencia neocolonial destruyendo la industria nacional y tratando de construir un modelo de país basado en la timba financiera y los enclaves extractivos [2].

La generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EE.UU., durante su visita a la Argentina habló del litio y las tierras raras que se encuentran en territorio argentino como bienes a ser coparticipados con el imperio “…veo a uno de nuestros competidores o adversarios, la República Popular China, entrando con grandes inversiones de dinero y proyectos de infraestructura e investigación. Y esta región tiene muchas cosas para ofrecer: hay minerales de tierras raras, hay litio. Cuando veo el enorme avance militar que han hecho los chinos, la inversión en puertos, 5G, tecnología, y toda esa infraestructura, me preocupa”.

El nuevo embajador estadounidense Peter Lamelas, acentúa la semejanza con la década infame ordenándonos dejar de tener relaciones económicas con China y anunciando que él personalmente recorrerá las 23 provincias y vigilará a los gobernadores para asegurar esto; también ordena mantener como presa política a Cristina en lo posible en un establecimiento penitenciario “…ella está en arresto domiciliario debido a algún favoritismo político que está pasando allí. Obviamente, ella no estuvo involucrada en el atentado de la AMIA, pero definitivamente de alguna manera estuvo involucrada en el encubrimiento, y Dios sabe si estuvo involucrada en la muerte del fiscal especial. Aplaudo los esfuerzos de Milei por llegar al fondo de esto”.

Entre tanto, Kristalina Georgieva, directora ejecutiva del FMI, nos ordena a los argentinos votar bien “… el país va a elecciones en octubre. Es muy importante que la voluntad de cambio no se descarrile. Hasta ahora, no vemos que ese riesgo se materialice. Pero yo le pediría a la Argentina que mantenga el rumbo”.

El acuerdo Milei-Trump asegura, pero como máximo hasta fines de octubre, la estabilidad de la paridad peso-dólar lo que favorece a dos beneficiarios locales: por un lado, a los amigos de Caputo que se aseguran poder transformar en dólares las enormes ganancias del carry trade y por otro lado al gobierno neoliberal – libertario que podrá llegar a las elecciones de octubre con estabilidad de cambio y por lo tanto de precios, estabilidad destinada a estallar después de las elecciones.

Esa estabilidad de la relación pesos-dólar unida a una apertura indiscriminada de importaciones asegura la continuidad de la quiebra de industrias nacionales y consecuentemente la baja en el empleo, lo que empuja la baja en el consumo y por lo tanto más decadencia industrial; es decir asegura seguir recorriendo el círculo virtuoso del crecimiento en sentido inverso.

Del lado estadounidense el litio, las tierras raras, el gas y el petróleo son el premio que les garantizan los libertarios.

Los paralelos entre la década infame y el gobierno de Milei no son casuales; es el mismo esquema que usa la oligarquía, apoyándose en la potencia dominante, para asegurar su control social.

Debieran leer más historia y entender que no casualmente la década infame condujo al gobierno nacional y popular del General Perón.

[1]

N. Galasso, Historia de la Argentina, Buenos Aires: Colihue, 2011.

[2]

E. Dvorkin, Tecnología Propia. Neocolonia o reindistrialización autónoma con Justicia Social, Buenos Aires: Colihue, 2025.

* Profesor Emérito de la UBA

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