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“Anarquía”: Una histórica láctea denunció violencia por parte del gremio y está trabajando al 50% de su capacidad productiva

La histórica láctea La Suipachense, que desde 2012 pertenece a un grupo inversor extranjero venezolano, atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. Desde la compañía, que está ubicada en la localidad bonaerense de Suipacha, aseguraron que en las últimas semanas se registraron acciones violentas y hostiles por parte del gremio Atilra, que incluyeron amenazas, amedrentamiento de gerentes, e incluso la toma del control de la administración durante varios días.

“Nosotros entramos en 2012 a La Suipachense y hemos hecho grandes inversiones. Sin embargo, en este contexto se dieron hechos que sobrepasaron lo normal de una relación laboral, con niveles de hostilidad y violencia que nunca habíamos vivido”, explicaron voceros de la firma comandada por Maralac, de capitales venezolanos.

La compañía reconoció que en los últimos meses enfrentó “estrés financiero” derivado de la situación del sector lácteo: caída en el precio de la leche, suba de costos y tasas de interés más elevadas. Esto derivó en atrasos puntuales en el sueldo de los trabajadores de julio, lo que desencadenó medidas gremiales. Según informaron, pagaron gran parte de la deuda pero aún adeudan entre un 10% y 15% del total.

La Suipachense participa solamente del mercado interno.

“No fue algo generalizado ni permanente. Y la reacción fue parar la compañía, lo cual desde nuestra visión fue irracional porque trancar la operativa solo genera más problemas”, señalaron.

La tensión escaló a fines de julio. Según la empresa, se produjeron amenazas verbales y personales contra directivos y sus familias, con situaciones que califican como “secuestro dentro de la planta”, donde gerentes fueron retenidos bajo presión, donde incluso, hasta el Intendente de la localidad, Juan Luis Mancini, tuvo que intervenir.

Posteriormente, el gremio habría asumido de hecho la administración de la planta durante una semana. “Se sentaban en la oficina del gerente, daban órdenes, pedían información confidencial y decidían qué hacer con los ingresos”, detallaron.

Aunque luego bajó la intensidad del conflicto, en la empresa aseguran que “la anarquía” persiste. “La compañía no está acéfala, pero el gremio intenta instalar esa matriz de opinión. La realidad es que los directivos seguimos a cargo, aunque bajo constante hostigamiento”.

El clima interno repercutió de lleno en la producción. La Suipachense, con 143 trabajadores y un fuerte posicionamiento en leche fluida, redujo a la mitad su nivel de procesamiento.

“Veníamos con un promedio mensual de 4 millones de litros, pero ahora estamos apenas arriba de los 2 millones. Los costos siguen siendo los mismos y el daño se multiplica, porque además se genera incertidumbre entre tamberos, proveedores y clientes”, describieron.

El mercado argentino de leche fluida ronda los 100 millones de litros mensuales entre UAT y sachet, y que La Suipachense había logrado participar con picos del 2,5% al 3% del total. “Con la caída actual no solo perdemos escala, también se resiente la confianza en el vínculo con los tamberos. Este negocio se sostiene en la previsibilidad, y cuando eso se rompe es lógico que aparezca la preocupación en la cadena”, advirtieron.

Seguridad y futuro incierto

Desde la firma remarcaron que lo ocurrido excede lo laboral. “Estamos hablando de seguridad personal, de amenazas a expatriados y a sus familias. Es algo que preocupa a cualquier inversor extranjero”, expresaron.

En ese marco, se designó a Pascual Bensadón como nuevo director general de la compañía, con el objetivo de restablecer el orden.

De cara al futuro, la empresa aseguró que su voluntad es mantener la fuente de empleo y recuperar el nivel de actividad, pero advirtió que la continuidad dependerá de que “se restablezca el respeto a la institucionalidad y a los canales normales de relación gremio-empresa”.

“Queremos volver a la naturalidad. El gremio debe cumplir su rol y la empresa el suyo. Esperamos que se entienda la gravedad de lo sucedido porque va más allá de un tema laboral: es una cuestión de respeto y seguridad”, concluyeron.

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