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La disparada del dólar se va a los precios

Lo que el Gobierno Nacional decía que no iba a ocurrir, terminó pasando en tiempo récord. Luego de que el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente Javier Milei, aseguraran que la suba del dólar era exitosa porque no impactaba en precios, terminó yéndose a las góndolas de una manera fuerte. 

Según confiaron a Página I12 fuentes de los grandes supermercados y los comercios barriales, los diez gigantes del consumo masivo y algunas marcas más pequeñas avisaron que desde el lunes aplicarán subas en los precios que van del 3 al 9 por ciento. Esto se suma a lo que pasó en las últimas horas en las fábricas de autos, que avisaron que habrá incrementos de hasta 12 por ciento en concesionarias, todo por la suba del 14 por ciento que tuvo el dólar en julio. 

Esas alzas en productos esenciales y de consumo hogareño, además, rompen la teoría del Gobierno libertario de que la recesión de los bolsillos, los sueldos planchados, iba a hacer que la demanda de productos masivos se mantenga baja, ergo, que los precios no pudieran subir para no paralizar aún más la actividad comercial. “Claro que la venta está planchada, pero nuestros costos suben, no podemos aguantar más sin mandar aumentos”, se sinceró un proveedor grande ante este diario, recordando que ya post salida del cepo cambiario fue el propio Caputo el que les pidió que eviten aumentar y le cumplieron. 

Una rebelión en las góndolas

En el detalle de las listas de precios y avisos que los supermercados recibieron de los fabricantes nucleados en la Coordinadora de Productores de Alimentos (COPAL), se observan aumentos en todos los rubros: alimentos, bebidas, productos de limpieza, papeles, lácteos y aceites. 

En nombres propios, Arcor avisó incrementos de entre 3 y 5 por ciento; Mondelez, la ex Kraft, subirá los precios en toda su gama entre 7 y 9 por ciento, dependiendo el producto. La multinacional Unilever, por su parte, pasó una lista con ajustes del 8 por ciento; mientras que Colgate lo hizo por hasta 7 por ciento. 

Softys, la empresa que fabrica papeles Elite, pañales Babysec y protectores diarios Ladysoft, aumentará el 7 por ciento. Por su parte, el gigante lácteo Mastellone, de la marca La Serenísima, pasó un 4 por ciento para toda la gama de productos. Otra de las empresas grandes de alimentos, lácteos y bebidas, la francesa Danone, dispara los productos 3,5 por ciento en góndola. 

En el caso de las aceiteras, tanto Aceitera General Deheza (AGD) como Cañuelas aumentarán 5 por ciento; mientras que SC Johson, la multinacional estadounidense, avisó que modificará un 7 por ciento sus valores. En los comercios barriales, además, habrá subas de hasta 8 por ciento en cigarrillos y se esperan trepadas en harinas, galletitas y panificados. 

Por encima del IPC y sin ventas

Cuando se miran números de las consultoras privadas que proyectan inflación, hasta el lunes pasado los precios de alimentos venían subiendo de manera marginal, lo que depositaría a la inflación de julio en no más de 2 por ciento. Pero el pase a precios que se está viendo hoy marcará el IPC de agosto, porque todas las alzas están muy por encima del índice, en saltos grandes. 

“El problema es que esto ya pasó, te remarcan ahora, y si el dólar baja, no vuelven atrás”, precisó un comerciante pequeño. El asunto es que el dólar, que empezó la semana en 1300 pesos y terminó en 1375 pesos -a 25 del techo de la banda de flotación del FMI en la que el Gobierno tiene que empezar a vender dólares- ya parece hacer confirmado un precio cercano o superior a los 1400 pesos. Es decir, el Gobierno entró en el riesgo de que le aumenten dos veces los precios. 

El problema es que esta suba se da, además, en un contexto de ventas retraídas. Es decir, el peor escenario, el de precios que ya estaba caros y que vuelven a subir, cuando ya el poder de comprar poblacional mostraba una demanda muy baja. El último estudio de la consultora Scentia reportó una caída interanual del 0,8 por ciento en junio si se mide consumo general (súper, farmacias, kioscos, e-commerce, etc), y un desplome del 2,4 por ciento en lo netamente centrado en hipermercados y comercios barriales. 

Lo impactante es que esas bajas contra 2024 comparan contra una base de catástrofe: el consumo general había caído 11,3 por ciento en junio de ese año contra mismo mes del 2023; mientras que el gasto en los supermercados se retraía 12,3 por ciento interanual en igual período. 

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