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La fiesta y la pasión, exclusivos de los hinchas sudamericanos

Viven el fútbol de otra manera, como una cuestión de vida o muerte, una pasión desbordante que consume tiempo, ahorros y salud. En el Mundial de Clubes de Estados Unidos, un país sin tradición futbolera, los hinchas latinoamericanos son una vez más los encargados de darle clima al ambiente.

Un año después de la Copa América en el gigante norteamericano, aquí están de nuevo para demostrar que no hay hinchadas más entregadas. Que en ningún lugar el fútbol se siente rey como en su continente.

El jueves por la tarde, cientos de seguidores de Boca invaden un parque de Miami Beach para su tradicional banderazo, en la víspera del choque contra el Bayern de Munich en el Hard Rock Stadium.

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Hay cumbias en los altavoces, carne en las parrillas y, sobre todo, una gran comunión entre miembros de una misma familia boquense. Al evento acudieron numerosos hinchas desde Argentina, y también de lugares como California o España.

Ignacio Tedesco, de 24 años, no quería perderse esta fiesta tras viajar desde la provincia de Buenos Aires para seguir al club de su vida: “Si Boca gana, soy feliz. Si Boca pierde o empata, estoy triste. Si Boca está bien futbolísticamente, me siento completo en la vida. Y si no, es un vacío”. Y como si hiciera falta, agrega: “Boca es todo para mí. Más allá de un amor, más allá de una patria, más allá de todo está Boca”.

“Los sudamericanos tenemos una sangre muy caliente para el fútbol, y eso es genial. Nosotros amamos y nos entregamos”, asegura la brasileña Livia Beatriz de Araújo, una trabajadora financiera de 36 años que viajó desde Lisboa para apoyar al Fluminense contra el Borussia Dortmund en East Rutherford, Nueva Jersey.

Los hinchas del Flu alquilaron incluso un barco para festejar en el río Hudson. Y en Filadelfia, los del Flamengo acudieron en masa a la estatua de Rocky, el boxeador de la inolvidable película protagonizada por Sylvester Stallone, y la vistieron con prendas del equipo rojinegro.

A todos los hinchas se les nota cierto orgullo por ser así, por entregarse al deporte con este fervor. No saben ni quieren vivirlo de otra manera.

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