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Me pongo serio: lo de mañana es una guerra

Tengo pocas expectativas de que la gente se dé cuenta de lo que está en juego en las elecciones de mañana. Los bonaerenses que vayamos a votar no tenemos que elegir entre este o aquel candidato. Digo: no vamos a poner una papeleta. Vamos a la guerra. Una guerra de valores de la que quizás dependa el futuro de la república. Una lucha a muerte entre dos concepciones políticas, económicas, culturales y filosóficas. En aquel rincón, la vieja y pérfida casta, la que festeja que en el conurbano haya unas 1000 villas y asentamientos precarios, porque allí donde hay una necesidad, allí hay un… voto cautivo. La que prohijó punteros, y gente como Massita, Insaurralde, Espinoza, y candidatos testimoniales, y Chocolate, y la Legislatura, embanderada detrás de una causa: “Todos somos Chocolate”; la que, my God, gasta 400 millones de dólares por año en “políticas con perspectiva de género” (¡degenerados fiscales!); intendentes que no viven en sus distritos, sino en las torres de Puerto Madero; intendentes como Gustavo Menéndez (Merlo), que gasta millones de dólares en producir una película sobre vida, obra y milagros de Gustavo Menéndez; gobernadores como Scioli, pluriideológicos, o como Kichi, plurimemes: no habla para el público o la historia, sino para los creadores de contenidos humorísticos; la policía bonaerense, arrastrando esa injusta fama de regentear el narcotráfico en la provincia; partidos como La Matanza, cuya evolución hacia un modelo tipo tigre asiático apenas se ve empañada por cifras incómodas: en lo que va del año lleva 36 asesinatos y 4200 delitos registrados. En fin: en ese rincón, esa casta maldita. Y en este rincón, la casta libertaria, nuevita y de prontuario solo incipiente. No me digan que la diferencia no es abismal.

Los piruchos hacen un acto y movilizan multitudes (ya sabemos cómo). El miércoles, Javi cerró la campaña en Moreno, a toda orquesta, y la militancia no llegó en camiones, sino en un bondi, con la orquesta; no excesivo despliegue, es cierto. Una lástima que las droguerías no hayan aportado movilidad y viandas, como habían prometido. Tranqui, LLA ya será un movimiento de masas. Además, si sumamos a las fuerzas de seguridad, el número empieza a ser más interesante: dos canas por persona. En una llamativa admisión de culpabilidad, funcionarios de Kichi le advirtieron al Presi que cerrar en Moreno, con cifras de criminalidad solo superadas por La Matanza, era demasiado riesgoso. Casi como decir: “Qué locura animarse a organizar algo en un distrito gobernado por nosotros”.

Terminada la incursión en esa tierra indómita, Javi voló a Los Ángeles; imperio mata conurbano. “Así como me sumergí en la ciénaga -explicó no más aterrizar-, así me vine al paraíso del dinero y la libertad, carajo”. Una excursión de 24 horas para disertar en un encuentro selectísimo de grandes inversores. A la luz del escándalo $LIBRA, lo instruyeron para que no se dejara madrugar por angurrientos hombres de negocios. Oportuno consejo porque, efectivamente, fue abordado por un sinvergüenzón que le llevó una propuesta de feo olor. Javi lo paró en seco: “¡Por favor, más respeto, soy el presidente de la Nación! Te paso el contacto de Karina”.

Desdichada hermanita, no atraviesa su mejor momento. Llegar al estándar meme es un camino del que, perdón, jamás se vuelve. “Karina, en Corrientes sacamos el 9%”. Perfecto, el 3% es para mí. “Hablo de votos, Karina”.

Tomar distancia del país, aunque sea por un día, fue muy terapéutico. En Buenos Aires se estaba pudriendo todo y había que poner a salvo la investidura presidencial; digamos, se rajó. Minicorrida del dólar a pesar de que el intervencionismo avanza, trepada del riesgo país, coletazos del Spagnuologate, repercusión internacional por la movida de la comandante Patricia Bulldog para instaurar la censura previa, y, en la cumbre de las desgracias, la debacle en el Senado, donde la oposición pudo, por primera vez, anularle un veto al Presi: un atrevido veto al veto que los animó ahora a ir contra los DNU, principal espada legislativa de un gobierno cuyos bloques caben en un Fitito. Cuántas penurias para el Pelu en plena meloneada a los inversores. “Javier -le preguntó un empresario-, al candidato de ustedes en Corrientes le fue pésimo, entró cuarto, y las encuestas pronostican que en Buenos Aires gana el kirchnerismo por un mínimo de 4 o 5 puntos. ¿Cuál es tu reflexión?”. Tragó saliva antes de tirar un exabrupto, dejó pasar unos segundos y, ya más calmo, respondió: “¡¿Trabajás para Cristina, mandril?!”.

A ver si mañana los bonaerenses nos ponemos las pilas y vamos a votar con conciencia y fervor republicanos. Remolones, desencantados, ofendidos… sepan dejar a un lado toda esa mala onda y cítense con las urnas. Demos un golpe cívico. Derrotemos al kirchnerismo zurdo, ladri y empobrecedor.

A la vuelta del escrutinio espera, triunfante, nuestra casta, que es casta, pero es nuestra.

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