“Con apenas ocho años, Karina Elizabeth Milei se sentaba en la tribuna de la canchita de Lugano para ver atajar a su hermano. Por su asistencia perfecta, se convirtió en la mascota del equipo. Muchos años después, sin formación política ni experiencia alguna en contiendas electorales, aquella nena armó dos campañas. En 2021 colocó a su hermano en el centro de la escena y lo llevó al Congreso de la Nación. En 2023, a la Casa Rosada”, con aquella descripción la periodista Victoria Di Masi presentó su libro biográfico “Karina La Hermana. El Jefe. La soberana” de Editorial Sudamericana.
En su cuenta de Instagram, la escritora subió un curioso posteó procedente de la Libreria de La Campana en el que ofrecian el libro a la venta con un descuento del 3 por ciento. Un guiño marketinero por los recientes audios de Diego Spagnuolo que involucran a la hermana de Javier Milei. Un toque de comicidad por parte del local y de la reportera nacida en Tierra del Fuego, que actualmente es redactora en elDiarioAR y que cubrió la campaña presidencial de La Libertad Avanza.
En las redes sociales, el caso Spagnuolo corrió a toda velocidad. Allí, donde la indignación se fabrica a ritmo de trending topic, la figura de Karina Milei se convirtió en el blanco principal. En esos audios, el extitular de ANDIS se refiere a contactos con funcionarios de segunda y tercera línea, menciona negociaciones vinculadas a contratos estatales y no duda en colocar a la secretaria general de Presidencia en el centro de las decisiones que, en teoría, no deberían pasar por sus manos.
Las grabaciones atribuidas al exabogado personal de Javier Milei, describen un esquema sistemático de recaudaciones ilegales vinculadas a contratos de medicamentos estatales. Según sus declaraciones, se exigía un 8 % de la facturación a los laboratorios, canalizándose parte de ese dinero hacia la hermana menor del presidente, mediante su asesor Eduardo “Lule” Menem y otros actores del entorno presidencial. “Karina se lleva el 3 %, 1 % es para la operatoria”, explicaba el ex funcionario en la escucha.
El escándalo también revela un costado menos explorado de Karina Milei: su rol como administradora de todo el círculo presidencial. Durante meses cultivó la imagen de “la jefa”, discreta y calculadora, capaz de ordenar con mano dura. Ahora, en cambio, queda retratada como parte de una trama en la que la discreción brilla por su ausencia. La exposición es su mayor enemiga.