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Hospital Bonaparte: protestas y malestar con la intervención

Una ruidosa bienvenida. Con un aplausazo dentro y fuera del Hospital Bonaparte los trabajadores y despedidos recibieron el jueves a los encargados de la intervención oficializada esta semana en el Boletín Oficial.

El Gobierno de Javier Milei, tras despedir a doscientos trabajadores y dejar a quinientos sin contrato firme, designó como interventor al médico neurocirujano Mariano Pirozzo, quien era director de Atención Médica y Tratamiento del Hospital Nacional “Baldomero Sommer” del municipio de General Rodríguez. Pirozzo no llega solo a cumplir la tarea, lo acompaña la médica especialista en Clínica Médica y Nefrología y Medicina Estética, Gisela Bracco, quien además de ser jefa del servicio de Clínica Médica y Nefrología en el Hospital de Pilar, también lideraba el comité de Control de Calidad en el Hospital Sommer. A Bracco ya la vieron activa por los pasillos entre reuniones con los jefes de cada área.

Un interventor que trajo su propio equipo que proviene del mismo hospital nacional donde el 14 de enero, el Gobierno libertario, despidió a más de 130 trabajadores entre personal médico y no médico. El Bonaparte y el Sommer, son dos hospitales que dependen del gobierno nacional que se suman este 2025 a la lista que tuvieron similares conflictos durante el primer año de gestión de Milei: Hospital Posadas en El Palomar, el Hospital El Cruce en Florencio Varela, el Hospital de Cuenca Alta Néstor Kirchner de Cañuelas y el Hospital Garraham.

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El 31 de enero es el último día de los doscientos notificados de despido del Bonaparte. Bajo la consigna “Vaciar es cerrar, sin trabajadores no hay hospital”, van a realizar un multitudinario festival cultural frente a sus puertas. Mientras tanto, aún se mantienen mesas de negociaciones que los sindicatos estatales ATE y UPCN realizan por separado con el Ministerio de Salud. La comunidad de trabajadores, despedidos y familiares, como ellos mismos se definen y destacan por el carácter colectivo de las medidas de fuerza, revelaron que por los despidos significa reducir la totalidad de los trabajadores de los fines de semana en las guardias y en el 0800 de la Línea Nacional de Orientación y Apoyo en la Urgencia de la Salud Mental. Incluso, afirman que fueron ya notificados personal administrativo de recepción del hall de entrada y hasta liquidadores de sueldos.

Javier Ríos aún puede mostrarse como un trabajador del área de comunicación del Hospital Bonaparte, según cuenta por el momento no le llegó ninguna notificación, pero arrancó el año sin contrato estable. Sentencia que “cada vez se niega más el derecho a los pacientes de acceder a una salud mental adecuada y de calidad”, y asegura que “entre los trabajadores lo colectivo es muy importante”. Tanto que crecieron al calor obligado de resguardar sus puestos de trabajo: hoy se organizan en asambleas constantes y comisiones de trabajo donde participan trabajadores, despedidos y hasta sus familiares. Proyectan organizar un fondo de lucha para recaudar fondos y acompañar otros organismos que estén pasando la misma situación. “El esfuerzo es enorme de despedidos y no despedidos por mantenernos activos en horario laboral y fuera del horario laboral. No dejamos el Hospital solo por ningún motivo, por las noches hasta pernoctamos en el hall de entrada”, relata Ríos.

La motosierra de Milei no se toma vacaciones y en este verano parece tener dos objetivos claros: desfinanciar la salud pública y los espacios de memoria. Por eso mismo, como sucedió con el Centro Cultural Conti en la ex-ESMA, los trabajadores del Hospital Bonaparte acompañaron el sábado el festival que organizaron los trabajadores del Ex-Centro Clandestino de Detención Virrey Cevallos.

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