La épica del director Ridley Scott sobre el emperador francés llega a los cines argentinos este jueves, precedida por buenas críticas.
22 de noviembre 2023, 10:52hs
Se conocieron, se amaron, se casaron, se detestaron, volvieron a enamorarse y siguieron siendo amigos íntimos, el uno para el otro, cuando debieron disolver el matrimonio. La historia de Napoleón Bonaparte y la vizcondesa Josephine de Beauharnais es una de amor intenso marcada por la otra historia. Se conocieron en 1795. Ella había sobrevivido al Terror, la guillotina caía en desuso y él era el militar brillante y audaz que se convertiría en sinónimo de la Francia imperial.
Estuvieron casados durante trece años, turbulentos y apasionados. Tan fascinante es su romance que el director Ridley Scott, después de una tremenda secuencia inicial a Terror puro, la pone en el centro de Napoleón, la película que estrena esta semana con un notable Joaquín Phoenix en el rol del emperador. Hablamos con su socia en la aventura, la inglesa Vanessa Kirby (Misión: Imposible, The Crown), sobre cómo trabajaron juntos para dotar de nervio y humanidad al drama histórico.
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“Queríamos que se alejara de los clichés. Hablamos mucho sobre eso porque ellos eran lo opuesto al lugar común. Todo lo que leés sobre ellos es tan sorprendente, tan extraño y único que quisimos transmitir algo de esa conexión tan particular que tenían, sin solución. Ese fue nuestro objetivo”, cuenta Vanessa.
Lección de historia, repaso de los acontecimientos que dieron forma al siglo XVIII y XIX, la película ofrece el espectáculo de las batallas filmadas como Scott es capaz, alternadas con la intimidad de esa pareja que llega a lo más alto del poder.
“Yo sabía que la relación entre Napoleón y Josephine era icónica, pero realmente ignoraba muchos detalles de su vida —dice Kirby—. Así que fue un privilegio aprender sobre los detalles de esa relación, las lecciones entre ellos, su legado, sus momentos buenos y malos. Se trata de un romance tan épicamente disfuncional que fue muy disfrutable, muy cool poder interpretarlo”.
-Sos casi ya una especialista en dramas sobre la historia no tan reciente y reciente, como con tu princesa Margaret en The Crown, la serie que ahora termina. ¿Hay algo especialmente atractivo como actriz en estos proyectos basados en la vida real de grandes figuras?
-Sí, definitivamente, porque hay algo de la investigación sobre los personajes que suma mucho a nuestro trabajo. Estuve dos temporadas enteras con Margaret. Disfruté el proceso intentando desesperadamente no habitar sino personificar una esencia de quién era. Su personalidad natural, su forma de pensar.
En ese sentido, Josephine fue muy desafiante, porque no tenía el material de archivo que tuve con Margaret, a quien pude escuchar y ver en repeat. Con Josephine no tuve nada de eso, pero además cada historiador, cada perspectiva sobre ellos es tan contrastante, tan diversa, que terminaba siendo muy difícil establecer realmente quién fue. Pienso que algo de imágenes me hubiera ayudado más, haciéndome entender cuán buena fue en eso de adaptarse a distintas situaciones y fases de la vida para sobrevivir. Tengo la sensación de que tenía una energía muy mercurial y ese fue mi tarea, tratar habitar esa esencia.